Cuba, nov 29._El 29 de noviembre de 1960, el médico comandante Manuel Fajardo Rivero, al frente de maniobras para neutralizar acciones contrarrevolucionarias en el Escambray, perdió la vida. Piti -así era nombrado afectuosamente- se había personado en el entronque de Topes de Collantes para dirigir y contrarrestar a un grupo de bandidos en aquella zona de conflicto.
Se graduó de la carrera de medicina en 1955, en la Universidad de La Habana, pero su ciudad natal era Manzanillo. Siguió los pasos de su madre, Panchita Rivero, quien era médica muy querida.
Tenía apenas 30 años cumplidos cuando murió, le gustaba nadar y jugar a la pelota, y por delante le esperaba mucha responsabilidad y trabajo que realizar.
Su desenvolvimiento profesional había empezado en el Hospital de Emergencias, en la capital del país, luego se trasladó al Hospital Civil de Manzanillo. Allí, además, en la clínica La Caridad, colaboró con el médico René Vallejo, a quien lo unió sólida amistad cuajada por el trabajo y los días de la lucha en la etapa insurreccional.
En La Caridad fueron recibidos y atendidos muchos de los hombres del Ejército Rebelde quienes después del desembarco del yate Granma, el dos de diciembre de 1956, habían sido heridos en los combates que tuvieron lugar en la región oriental.
Al evidenciarse las simpatías y el vínculo de ambos médicos revolucionarios con el Movimiento 26 de Julio en Manzanillo, la clínica fue allanada por los sicarios de Salas Cañizares, y Vallejo resultó encarcelado. Cuando lo liberaron, se alzó en la Sierra Maestra. Su colega Piti Fajardo, lo siguió, en marzo de 1958.
El doctor Piti Fajardo pasó a ser un medico probado en la primera línea de choque. Se destacó como guerrillero rebelde en las batallas que tuvieron lugar en Santo Domingo, Providencia, El Jigüe y en otras tantas ocurridas en el territorio montañoso de la Sierra Maestra.
Empuñó el pico y la pala para construir el hospital de campaña de Pozo Azul, al amparo de las lomas de la región. El propio Comandante en Jefe Fidel le encargó la misión de llevar, además de las responsabilidades como médico en el campo de operaciones de la guerrilla, la contabilidad del arsenal de guerra.
Celia Sánchez se encargaba del abastecimiento de aquel hospital, el cual fue cambiado de ubicación cuando se intensificó la ofensiva de las fuerzas de Batista en la Sierra Maestra.
Piti Fajardo mudó, y cargó sobre sus hombros, a muchos de los enfermos y heridos trasladados a otro hospital, para su mejor protección, muy cerca de la Comandancia de La Plata.
En agosto de 1958 las columnas guerrilleras de Camilo y Che se pusieron en marcha para extender la guerra desde el oriente al occidente de la isla, Piti Fajardo, coordinó, conjuntamente con el comandante Lalo Sardiñas, al frente de la columna Simón Bolívar, las acciones de apoyo a la histórica invasión rebelde.
Cuando la victoria de enero del año 1959 se hizo realidad, fue ascendido al grado de comandante y pasó a administrar el Hospital Militar de Santiago de Cuba.
El Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) lo quiso como dirigente en una de sus zonas de desarrollo agropecuario, en la entonces provincia de Oriente.
Por la gran confianza que Celia le profesó como médico y combatiente, le confió, desde los primeros días del triunfo, la salud del Comandante en Jefe, responsabilidad que compartió Piti Fajardo con su colega de siempre, el médico René Vallejo.
En abril de 1960, por orden expresa de Fidel, dirigió en la Sierra Maestra las operaciones de captura del asesino del comandante rebelde Cristino Naranjo y del líder campesino Francisco Tamayo. En junio, con la participación de las milicias rurales, el bandido Beatón fue apresado y su banda desarticulada.
La experiencia que probó en la organización y conducción de las milicias contra bandidos lo convirtieron en el jefe por excelencia. En noviembre de 1960 asumió el mando en la zona crítica de los enfrentamientos que tenían lugar contra los bandidos alzados en el Escambray.
En una de las acciones de combate contra el enemigo, encontró la muerte el médico comandante Piti Fajardo. En el lugar donde cayó, hoy día se localiza, con su nombre, un asentamiento poblacional, el cual hace realidad el precepto: donde cae un héroe, nace un pueblo. *