Ya transcurrieron 147 años desde aquel primer momento cuando los cubanos, por derecho propio, y cansados del vasallaje y la odiosa tutela colonial, se levantaron en armas contra el yugo español en una guerra que duró más de diez años, y que significó el inicio de un proceso libertario que finalizó con la victoria definitiva el Primero de enero de 1959.
Aquel 10 de octubre de 1868, impulsado por el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, constituye uno de los mementos más gloriosos de la historia nacional: fue la cuna de nuestro amor por la independencia, de nuestro desprecio hacia todo tipo de opresión, tiranía o chantaje y de la convicción imperecedera de luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo.
Las campanas del ingenio La Damajagua llamando al combate y la unidad de todos, sin distinción de razas, credos, posición económica o ideas políticas, a favor del ideal supremo de la libertad, y las palabras de quien fuera luego el Primer Presidente de la República mambisa, nos acompañan hoy en cada reto en defensa de la soberanía y la continuidad del Socialismo.
Mucha y buena sangre se derramó en los campos y ciudades de esta isla durante casi una centuria, después del insigne 10 de octubre, para conquistar los derechos que hoy disfrutamos de manera plena, sin tutelajes ni rendiciones…
Poco más se entregó a partir del Triunfo de la Revolución y hasta el presente para evitar el retroceso a un pasado de oprobio, mortalidad infantil, analfabetismo, inseguridad pública, abandono social, inequidad en el reparto de la riqueza común y desamparo laboral entre otros males que todavía sufren decenas de países del mundo, desarrollados y pobres.
La bandera levantada por Céspedes y tantos otros paladines del 68 se alza hoy, con orgullo, junto a la enseña nacional, en medio del proceso de normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos para recordarnos que jamás declinaremos uno solo de nuestros principios fundacionales, y que sería mejor renunciar a todas las riquezas posibles tan solo por conservar la libertad y la soberanía de la Patria.
Ese respeto por la Historia y por la dignidad, conservados sobre la base de grandes sacrificios y lealtades a toda prueba, sostienen hoy el prestigio creciente de esta isla pequeña y bloqueada, de su pueblo, y de su dirección histórica, ante un escenario internacional plagado de infamias, anhelos de justicia y demandas de esa solidaridad convertida en espada y escudo de nuestro Sistema Social.
Los mambises del presente, los Pinos Nuevos, los seguidores de la impronta inmortal de Carlos Manuel de Céspedes, José Martí y tantos otros defensores hasta llegar a Fidel, Raúl, Camilo y el Che Guevara, renovamos el compromiso de mantener en lo más alto del Turquino el estandarte del Socialismo y la unidad, bordado con las epopeyas del 10 de Octubre, del 95, de la Generación del Centenario, del Granma y de La Sierra, de Playa Girón y del Período Especial en tiempos de Paz…
Tres palabras, grabadas por la voluntad soberana de la aplastante mayoría de este pueblo, brillan más que nunca en el centro de esa bandera que no se abatirá jamás: ¡VIVA CUBA LIBRE!
Escrito por Pedro Pablo Sáez/Radio Florida