Abril borda sus días con pura historia, y con uno de sus hilos más finos, el cumpleaños de Vilma Espín.
Nació en la oriental Santiago de Cuba un 7 de abril, y quizás la herencia rebelde de su gente, de sus calles y montañas, fertilizó su posición política revolucionaria y afirmó la estirpe de combatiente clandestina y después la guerrillera.
En la Sierra nació su amor, y con el triunfo fue esposa, madre y la conductora principal de las acciones para materializar el acceso pleno de las féminas a sus derechos, y en 1960 fundó su obra perdurable para impulsar políticas y programas a favor del pleno ejercicio de la igualdad social: así nació la Federación de Mujeres Cubanas.
De su ejemplo se nutrió el fruto, y creció al calor de los nuevos tiempos; las mujeres tuvieron voz y pudieron alzarla, manos para crear y transformar, y dieron pasos por sí solas hasta echar andar, y ya nadie las pudo parar.
¿Quién puede estar ajeno a la impronta de Vilma Espín? ¿Acaso se puede desconocer su papel de luchadora que además presidió las comisiones parlamentarias de Prevención y Atención Social, así como de la Niñez, la Juventud y la de igualdad de los derechos de la mujer?
Un día como hoy, 7 de abril, muchos evocarán a Vilma Espín como la joven ingeniera o la intrépida compañera de Frank País; otros recordarán su entrega a la Revolución, la confianza que en ella puso Fidel o su historia de amor con Raúl Castro.
Nosotras, repasamos su huella en las féminas que dicen presente, enfrentan nuevos retos y duros combates sin romper las hebras del compromiso y la virtud. (Maribella Navarro Cardoso/Radio Florida)