
EDITORIAL
Florida, 1ro may.- En tiempos de pandemias, de guerras imperialistas que buscan potenciar las ganancias para los poderosos y de mentiras mediáticas capaces de destruir personas, desestabilizar y derrocar gobiernos progresistas comprometidos con la clase obrera y los sectores más humildes de la sociedad, son múltiples las motivaciones y razones del pueblo cubano para estar unido y presente este domingo en el desfile del Primero de Mayo.
No es secreto para nadie: los enemigos de la Revolución y quienes impulsados, pagados y consentidos por el gobierno estadounidense solo se empeñan en reseñar las manchas del sol realizan ingentes esfuerzos para impedir o limitar la presencia y el apoyo popular en las convocatorias oficiales al pueblo cubano, amparados en la manipulación y la tergiversación de temas tan sensibles como la alimentación, los problemas migratorios, el disfrute de los derechos humanos y la determinación del país a defenderse del odio y la agresión fascista.
Cuba no niega, ni ha ocultado nunca, la realidad de carencias y restricciones diarias impuestas a este pueblo heroico a partir de causas conocidas y denunciadas como el bloqueo económico, comercial, financiero y criminal, impuesto y recrudecido al máximo por la Casa Blanca; por el impacto de la pandemia y de la guerra; y también, cómo no decirlo, por numerosas insuficiencias en el actuar diario de organismos, instituciones, servicios y centros productivos.
Pero ninguna de ellas, óigase bien: ninguna, supera el orgullo, la tranquilidad y el privilegio que sentimos por ser el segundo país del planeta con más personas inmunizadas contra la COVID-19; y mayor regocijo al saber que lo hicimos con vacunas propias, como fruto de la inteligencia y el esfuerzo de los hombres y mujeres del Polo Científico y del capital humano creado por la Revolución a partir de las ideas y la visión médica y estratégica de Fidel.
De igual manera, ninguna falacia, ningún meme y ni polémica en las redes sociales disminuye el prestigio de la educación cubana y la felicidad de nuestros niños y jóvenes en cada escuela o en la tranquilidad del barrio donde residen, libres de las pandillas y los tiroteos masivos, sin drogas y sin la muerte acechando al doblar de la esquina.
Dígase lo que se diga, a muchos de los arrepentidos e impotentes les molesta que contemos con acceso pleno al empleo, al salario digno y a la jubilación, y que exista y funcione una asistencia social dispuesta a proteger a los más vulnerables, sin distinción de credo, raza, sexo o preferencia política.
A la marcha patriótica por el Primero de Mayo este domingo nos sumamos porque no hacerlo sería dejarle espacio a la inercia y al desaliento; permitiría fortalecer a quienes intentan dividirnos, imponer su criterio y destruir a la Revolución y al pueblo soberano y rebelde.
Avancemos hacia la plaza entonces con la alegría de sabernos dueños de nuestro propio destino; con limitaciones, pero como ejemplo de respeto a la dignidad humana que nos trajo la Revolución; convencidos de que ninguna riqueza sustituye el valor de la solidaridad y el abrazo del amigo; y bajo la convicción profunda de que Cuba Vive y Trabaja “con todos y para el bien de todos” ¡Viva el Primero de mayo!