
Joven dotación que derribó avión sudafricano en el Kwatir, entre Menongue y Cuito Cuanavale. Foto: Pastor Batista
Recorrer a inicios de 1988 el pequeño, humilde y pacífico caserío de Cuito Cuanavale, allá en el sureste de Angola, fue un reto a la imaginación. ¿Habrá sobrevivido alguien? ¿Dónde están la vida humana, la sonrisa de los niños que descalzos correteaban un tiempo atrás alrededor de estas mismas construcciones, destruidas en un puñado de días o semanas, no por la furia de la naturaleza, sino por el poder de las armas, por la saña del agresor humano?
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